Hablé con Hernán Casciari, periodista y escritor, colaborador de El País en el blog Espóiler, blog que acaba de cumplir tres años. Charlamos sobre el fenómeno Lost, compartiendo su opinión acerca de lo que esta serie ha significado y pronosticando qué vendrá a partir de ahora. Lo que queda claro, es que Lost marcó un antes y un después en la forma de hacer televisión.

—¿Qué ha sido Lost para la audiencia global?
Bueno, yo lo dividiría el que ha sido Lost en dos partes, primero qué ha sido para lo que se viene en narrativa en TV, que me parece que ha sido muy importante. Y después para el espectador de hoy, yo creo que fue un golpe de suerte haber participado de un hecho que posiblemente fue histórico y con un desenlace un poco agridulce respecto a las expectativas que se habían generado desde el argumento. También sospecho que la anterior revolución narrativa audiovisual en TV, que fue Twin Peack, también cumplió con una de las premisas y no cumplió con otra, la del buen final . Y si pensamos en Seinfield, ocurrió lo mismo, la gente no estuvo contenta, si pensamos en Sopranos tampoco, el total tampoco estuvo contento, o sea que podríamos terminar diciendo que Lost se encuadra en los grandes hechos históricos que superan la expectativa de un final.
— ¿Y qué series habrá después de Lost?
Yo supongo que lo que ha cambiado mayoritariamente es la exigencia del espectador, cada vez que ocurre un salto a la banca tan grande en narrativa audiovisual, siempre el que mejor parado queda es el espectador. Respecto a sus exigencias y con respecto a sus ingenuidades también. Entonces, desde ese punto, la peor parte se la van a llevar los guionistas, los nuevos creadores, porque van a tener que tratar de venderle un billete de lotería falso a gente que ya se quemó con un billete de lotería falso. Va a ser mucho más complicado engañar supongo.
—En el blog de Espóiler recomendabas, bueno, apuntabas unas cuatro series que podían ser, que podían tomar el relevo. Entre ellas decías House que ya tiene merito reconocido, pero también Fringe que por ahora no es muy conocida.
Yo lo que apuntaba la semana pasada, o el mismo día que se estaba emitiendo el último episodio de Perdidos, lo que intentaba dejar claro es que, dentro de muchísimos años, el 2010 no se iba a recordar porque termina Lost, sino se iba a a recordar porque iniciaban nuevas formas narrativas de otras series mucho más inteligentes que Lost. Pero que dependieron de Lost respecto a ese espectador mucho más activo.
Y hablaba puntualmente de Breaking Bad y de Fringe porque son dos series, una creada por la misma gente que hace Lost, y la otra que no, que toman ese relevo desde el costado de las exigencias. Son guiones mucho más armados, yo creo que va a ser muy complicado para un guionista, en el futuro, no tener muy claro que haría en una quinta temporada cuando escriba la primera línea del piloto, porque ya ese error enorme se cometió.
— ¿Y cuál crees que es el papel de Internet y las redes sociales en los nuevos guiones?
Supongo que Internet es una patina de pintura que modifica todo, desde una serie de televisión, hasta la comunicación que puedas tener con tus amigos, hasta la forma de prostituirse para una chica de Europa del Este, o sea todo es mucho más fácil, todo es mucho más veloz , todo es más dinámico y al mismo tiempo todo es más efímero. Con respecto a las series de televisión, Internet lo que hizo fue lo mismo que hizo con todo, le infirió velocidad, globalidad, y genero -esto sí es bueno- una suerte de filantropía entre los espectadores que se convirtieron además de espectadores, en programadores, editores, subtituladores; empezaron a asumir trabajos de operario que las empresas no estaban asumiendo a la velocidad necesaria.
—¿Y a ti, el final, antes has dicho que era agridulce, pero personalmente qué te pareció?
Personalmente, al principio de esta sexta temporada, muy al principio, cuando los guionistas decidieron que las respuestas iban a ser mágicas y no racionales, a mi me dejó de interesar. Seguí mirando la serie, sin duda de la misma manera que la estaba mirando pero sin emoción; la metáfora que suelo usar al respecto es, como mirar la final del mundial cuando Argentina ya no está jugando, está bien, es el mundial es importante, pero mi pasión ya cayó.
—Pues muchísimas gracias, Hernán.
Gracias a tí

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