No necesitamos a Robin Hood, el héroe que salva a una masa débil y pasiva. Necesitamos darnos cuenta del potencial interior y el poder que cada uno de nosotros tenemos a diario. Pequeños y múltiples héroes de la desobediencia como arma de contraataque, podemos ganar si vigilamos el peligroso doble filo del cuchillo que empuñamos.