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Esas noches se gritaron a los muertos las verdades de los vivos.
Cuando dijo hazlo supuso que no se cumpliría. No entendió que realmente la sangre cayera y algo afilado estuviera en su pecho, milímetros escasos de piel cubriendo el secreto, el músculo más importante del cuerpo.
Quiso salir a flote cortando, con tijeras de filo acusador, exigiendo una respuesta. Y el reflejo le dijo, ¿hazlo?, burlón.
Esa noche las verdades de los muertos pesaban en los vivos.